Abrir una nevera cárnica y entrar allí con overol y botas es la más reciente provocación del videoclip Carne, de la agrupación Buena Fe, dirigido por el experimentado realizador Alejandro Pérez. Estrenado en Youtube el pasado 14 de abril, el audiovisual está dedicado a toda una generación. Según Israel Rojas: “quiero dedicar este trabajo a la gente de mi generación, a los artistas de mi generación, a los creadores más jóvenes, que no se cansen, que no permitan que la vida los vuelva antes de tiempo un pedazo de carne, que incluso sigan latiendo a pesar de todo”.
En el making off del videoclip, el líder de Buena Fe también comenta: “este es uno de los temas musicales más acabados del disco” y está dedicado, además, a Anita, la esposa de Alejandro Pérez quien era fiel seguidora del trabajo de Buena Fe. “Le debíamos este video a Anita, su esposa quien lamentablemente falleció recientemente de una enfermedad degenerativa”.
Pienso en la muerte como otra forma de estar y se me hace pequeña la cuartilla intentando descifrar en qué pensaba Alejandro mientras filmaba. Poesía, claridad, fuerza, casi rabia, todo traducido en imágenes y sonido.
El audiovisual desde sus primeros planos plantea un discurso subterráneo sólido, una metáfora visual apoyada en una fotografía con pregnancia, o como diría el historiador y ensayista francés Didi-Huberman; imágenes con potencia. Una potencia donde la limpieza y claridad del blanco con el caballo como expresión de nobleza, pero también de lo indomable, se pone en diálogo con el dramatismo propio que implica la sangre. A nivel fotográfico es destacable el uso de la iluminación intermitente, recurso que acentúa, por un lado, lo temerario del carnicero representado en Israel (cantante-actor) y en otro sentido, una imagen en clave alta del caballo que une dos puntas de un mismo discurso narrativo.
Anita estaría orgullosa de un videoclip como “Carne”, sabría distinguir que hay poesía implícita en cada imagen, que hay amor de Alejandro y Buena Fe en un mensaje fuerte y rotundo. Un mensaje donde cada elemento está pensado al detalle. La realización del video implicó para Israel, por ejemplo, dejarse crecer la barba durante todo un año, a solicitud de Alejandro Pérez, aunque después, unos días antes de filmar el clip, se afeitara y dejara en manos de la maquillista la “magia” de reconstruirle la barba. Muchas veces lo poderoso de un video no solo radica en el resultado final, sino en el proceso previo, en ese antes que asegura una visualidad bien lograda. En el plano de la producción, utilizar la carne real, sin artificios, en un escenario práctico como el frigorífico de un matadero es una audacia del equipo de realización que es digno de aplausos.
En otro sentido, este videoclip sorprende por su capacidad de no quedarse en el ejercicio dramatúrgico de lo contemplativo, aquí cada acción y cada plano moviliza y cuestiona al espectador, lo pone frente a un discurso abierto en sus interpretaciones y lecturas. En eso radica la validez de una buena metáfora; en trasladar el sentido lineal de una frase, obra musical o videoclip en este caso, a un sentido figurado “otro” que trasgreda la lectura elemental o primaria.
Además, en “Carne” llama la atención la estrategia utilizada para el montaje, donde cada imagen, plano o escena sincroniza con el ritmo y arreglos del tema musical. Pausas y cambios en la velocidad narrativa del clip, rematados por el sonido del corazón al final, cual electrocardiograma vital, dan cuerpo a esa pelea boxística con la vida, transformada en una metáfora para Anita.