Mauricio Llópiz: “(…) prefiero hacer que no hacer”

En 2017 un trabajo de la mano de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, hizo posible la creación de un equipo de trabajo con el diseño y la comunicación audiovisual como hilo conductor de una estética grupal. Sindicato Studio constituye el nombre del proyecto donde destacan los directores Daniel Santoyo, Camilo Suárez y Mauricio Llópiz. Con este último quisimos conversar a propósito de su trayectoria en el clip cubano y en las Galas de Premios Lucas.

 

Graduado de comunicación visual en el Instituto Superior de Diseño, comenzó su inventiva en los videoclips primero como una afición. Todo aquello que se moviera en las pantallas, el cine, la animación, o el propio recurso audiovisual de la música envolvieron al joven en su etapa universitaria. El interés creció y convirtió un hobby en algo más profesional.

“Gracias a algunos de mis mejores amigos quienes casualmente, o no, también estaban vinculados al medio, estuve siempre enrolado en talleres, festivales y un par de experimentos, definitivamente estar rodeado de personas con ambiciones comunes y en etapas similares de la vida fue importante”, declaró Mauricio Llópiz.

Sobre sus primeros pasos explicó: “En el clip específicamente comencé asistiendo como montador de arte a una amiga. Gracias también a otro amigo que empezaba a hacer sus primeras flexiones en la Producción Audiovisual. Ya por entonces Sindicato iba tomando forma como estudio.

“Eventualmente aparecieron un par de proyectos donde podía involucrarme como co-director, algunos se hicieron, otros fueron meros ejercicios. Hasta que finalmente Real Project aterrizó, con toda su bondad y confianza”.

 

Mauricio no sabría determinar qué rasgos diferencian sus creaciones de las de otros realizadores, pues asegura que su trabajo parte del estudio de obras ajenas para su concreción: “Es un resultado impuro, de ideas cuyo origen
es impersonal. Vienen de lo que veo, de lo que ven otros, de lo que nos
robamos en conjunto y luego debatimos cómo utilizar.”

Como realizador de videoclips acepta las propuestas que lo atraigan o convenzan desde una óptima u otra. En ocasiones ha tropezado con ideas que no cumplen con ninguna de sus expectativas, esas prefiere dejarlas ir, aunque mañana quizás se arrepienta. No obstante, considera que practicar en las condiciones que se presenten resulta provechoso para pulir la estética y profesionalidad, porque como él alega “(…) ante la duda prefiero hacer que no hacer”.

Mauricio Llópiz explica cómo decide qué historia contar y de qué manera organizar las ideas en un videoclip: “Hay varias estrategias que encuentro efectivas. La letra siempre ayuda, contiene muchísimo: imágenes, metáforas, elementos que se pueden recontextualizar con facilidad. Ese es digamos el nivel 1.

“Luego está el contexto. Los temas muchas veces son resultado de una intención particular de su autor, analizan específicamente algo. De ahí también se obtienen tramas y subtramas, sistemas de símbolos, estéticas súper útiles a la hora de definir una historia y cómo va a contarse.

“El tercero que se me ocurre viene del propio ADN del tema. El jazz, por ejemplo, o un determinado tipo de jazz, se puede asociar con formas de representación específicas. Eso se vuelve un punto de referencia ya sea para seguir o contradecir. Para mí lo más interesante es el crossbreeding, cuando una cosa se camufla en otra o en muchas otras”.

Repentino aparece como título de un tema de la banda de jazz Real Project junto a Niurka González y Yasel Muñoz, el cual estuvo nominado a Video del Año en la más reciente premiación de Los Lucas. El clip posee una duración de seis minutos y unos pocos segundos, lo que podría verse como algo extremo en la vorágine vida en el ciberespacio de las personas de hoy.

Al respecto Mauricio comenta: “No creo que la duración atente contra la cualidad audiovisual. El clip es hijo bastardo de la publicidad y el video arte. Su efectividad puede estar en la condensación o en la dilatación en el tiempo. Sucede en cualquier obra que se desarrolle en esta magnitud: una película, una coreografía o una composición musical. Dure lo que dure, habrá una retribución al final si se ha mostrado algo de valor en el interior”.

“Yo disfruté hacer Repentino, como disfruto escuchar el tema, como disfruto ver el resultado final. Y vale la pena, en mi opinión, llegar al final, incluso más allá, en los créditos hay contenidos que completan el video. Por supuesto habrá quién lo encuentre tedioso y quien lo valore, ambas son posiciones totalmente válidas”, añadió.

El tema carece en su totalidad de una letra para desarrollar una historia. Los minutos desenvuelven la trama con una serie de personajes y escenarios con una iluminación tenue, planos en blanco y negro, imágenes que, de cierto modo, energizan la música.

¿Qué ventajas o desventajas proporciona una canción que prescinde de letra?

“La letra ofrece comodidades al realizador que pueden terminar en redundancias, todos hemos padecido de ese tartamudeo. En ese sentido la música que carece de ella ofrece una materia menos específica para trabajar. Quizá requiere más abstracción e investigación, pero definitivamente el resultado es menos directo. Esto no siempre es deseable, puede volver el proceso creativo tedioso sin necesidad con un resultado desabrido y opaco”.

¿Cómo surge la idea de engranar la serie de planos que forman Repentino?

Repentino compara dos puntos de vistas: la curiosidad espiritual de un adulto y la irreverente de un niño. En el montaje tratamos de desarrollarlos en paralelo. Como elemento vinculante intercalamos material de archivo. Es el medio que conecta ambas curiosidades entre sí y la nuestra como realizadores”.

Las locaciones que deseaban los muchachos de Sindicato representaron un reto, así como la creación del monolito de nylon y su desintegración en CGI (Computer Generated Imagery o imagen generada por computadora) de forma creíble. El tiempo de filmación de todas las imágenes con los recursos disponibles es otra de esas “piedras” en el camino al acabado del clip.

El proceso íntegro para llegar al Repentino que actualmente podemos encontrar en las plataformas digitales demoró entre dos a cuatro meses: “Fue un proceso largo, porque no estábamos pensando sólo en Repentino. En ese momento desarrollábamos los otros clips que también se hicieron para el disco G.E.S de Real Project”.

A pesar del camino recorrido, siempre existen deseos insatisfechos aún por los que los artistas apuestan para futuras obras. ¿Qué video le gustaría realizar a Mauricio Llópiz, y por qué?

“Desde hace un tiempo me interesa experimentar con nuevos procesos de captura y generación de imágenes, quizás más asociados a la virtualidad. Creo que la imagen está cada vez más conectada a lo virtual que a repetir la realidad, ya sea como ficción, videoarte o videoclip.

“Sería interesante contar historias que, sin ser completamente ajenas a lo físico, se desarrollen en estos cyber-entornos. Por ejemplo, las narrativas que hay en los datos, en las estadísticas. Eso es una materia prima que me encantaría entender y utilizar”.

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