Videoclip “Bandido”: entre ostentación y mujeres

El videoclip “Bandido”, de Omar Vali y Los Yakuza, dirigido por José Rojas es una oportunidad para pensar los caminos actuales del videoclip cubano. En tres minutos de duración es posible advertir luces y sombras de este género audiovisual en el país desde una visión crítica y personal, que para nada busca ser absoluta, pero sí reflexiva. 

“Bandido” utiliza los códigos propios de la música urbana para contar una historia que otra vez vuelve a utilizar a la mujer como objeto del deseo, advirtiéndolo desde la propia lírica del tema “Tú necesitas un bandido que te la ponga buena…”. ¿Sabrá cuál es su verdadera necesidad? ¿Vale la pena repetir la fórmula del hombre proveedor “bandido” que suple tal necesidad?

Usando locaciones comunes de la cultura urbana como las canchas de básquet, paredes para graffitis y elementos como los zapatos colgados por sus cordones articulan una narrativa visual que peca de ostentosa. El vestuario, sus accesorios (gafas, pañuelos, cadenas) y la coreografía (provocación y juego sexual implícito) conducen al clip a sufrir una de las deficiencias de las que padecen los clips cubanos. Como diría el crítico cubano Rufo Caballero en una de sus intervenciones en El Caballete de Lucas al señalar tal problemática, aún no resulta por el videoclip cubano a pesar del tiempo: “hay muchas cadenas, muchos cinturones, mucho dorado, mucho plateado (…) una de las características de la cultura popular es que sus exponentes tienen un gran talento, pero son humildes, o no tienen necesariamente una cultura sistematizada y caen en el fenómeno de la ostentación”.

Lamentablemente, “Bandido” se desplaza por esa cuerda de la ostentación utilizando en repetidos planos la mujer que muerde y juega con una cadena plateada, los propios músicos en calidad de actores utilizando accesorios ostentosos, bolsas de dinero que sostienen las bailarinas, incluso un plano donde se muestran explícitamente bloques de oro. Vale visualizar una sola vez el material audiovisual para percatarse del alto nivel de ostentación que muestra.

Sin embargo, a nivel de estética es importante resaltar como positivo el recurso de la pintura derramada sobre el cuadro cinematográfico que utiliza el director José Rojas para apoyar la cultura underground callejera. Propio de su sello creativo, Rojas utiliza los recursos gráficos con colores en el título y los créditos para establecer un juego desenfadado entre los textos gráficos y la historia que busca contar el videoclip.

Mención aparte merece la coreografía y el vestuario. Máscaras, pañuelos, gafas, chaquetas y un montaje coreográfico donde las mujeres provocativas son las “chicas malas” del videoclip refuerzan una de las vertientes estereotipadas con las que se suele mostrar la condición femenina en los videoclips cubanos.   

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