Un trío de hermanas que trabajaban en proyectos musicales diferentes encontraron durante el tiempo de la pandemia de Covid 19, el pretexto perfecto para unirse y formar la agrupación Juego de Lunas. ¿Su propósito? Rescatar temas antológicos de la cancionística cubana para traerlos a la contemporaneidad con la frescura y soltura propias de la juventud.
Así llega Juego de Lunas con la versión de 20 años, de María Teresa Vera y el videoclip homónimo dirigido por José Rojas. En poco más de tres minutos asistimos a la renovación escenográfica y sonora de una pieza cuya popularidad trasciende épocas y públicos.
Como nos tiene acostumbrados José Rojas, la diversión y una vis cómica propia de la comedia de situaciones distinguen el audiovisual. Dividir la historia en dos planos narrativos diferentes resulta, en este caso, una estrategia efectiva porque permite ubicar al espectador en dos temporalidades distintas: los años cincuenta y los ochenta del siglo XX.
En los ochenta, la composición fotográfica da importancia a sujetos centrados, a los atrezos y el vestuario, así como a la visualización de los ambientes en los que ocurren las acciones. Por un lado, la iluminación es más sobria, con fondos exentos que ponderan los tonos negros en contraste con el rojo del vestido aludiendo con acierto a los entornos de cabaret y vida nocturna donde la elegancia y la estilización del baile son característicos.
Por otro lado, en un segundo escenario participamos del entorno lúdico de los cincuenta y la vocalista protagónica coquetea e invita al resto de la banda, a una disco de los ochenta. De esa forma dialogan ambas épocas por medio de una puerta, como si el paso de un periodo a otro ocurriera con absoluta facilidad y libertad.
Los recursos iconográficos como carteles publicitarios, textos y discos de vinilo en las paredes contribuyen a contextualizar cada época. En este sentido, la dirección de arte del videoclip, a cargo de Siboney Escenografía y José Rojas, es primordial en tanto permite recrear dos espacios físicos paralelos, reconocibles por el espectador gracias a los elementos utilizados como vestuario, luces, carteles, maquillaje y otros.
En el clip la puesta en escena, los encuadres y el tipo de montaje determinan, una parte de la efectividad narrativa de la historia. El otro elemento valioso son los personajes (en este caso los cantantes como actores) pues en ellos recaen las acciones, la gracia, el espíritu lúdico y la progresión de los acontecimientos.
Con una estética visual heredera de los animados, los populares cartoons estadounidenses que disfrutamos como si no perdieran actualidad, José Rojas nos entrega una obra audiovisual divertida y fresca, capaz de fusionar dos épocas en 20 años.