El videoclip “Silencio”, de Luna Manzanares y Omara Portuondo, bajo la dirección de Joseph Ros y con arreglo de Jorge Aragón, se alzó como Video del año en la edición de los Premios Lucas correspondiente a 2022. La propuesta, galardonada en otros cinco apartados (mejor video canción, mejor efecto visual, mejor dirección de arte, mejor fotografía y mejor dirección), se seleccionó entre los más de 400 audiovisuales que se presentaron en esta oportunidad.
El tema musical, perteneciente a la trova tradicional, es de la autoría de Ibrahim Ferrer, quien se dio a conocer a nivel mundial gracias al Buena Vista Social Club. El dueto de Omara y Luna lo devuelven ahora en una versión que contó con la interpretación orquestal del Liceo Mozartiano de La Habana, bajo la dirección de Pepe Méndez.
El material audiovisual, producido por la EGREM, Cubaron y en colaboración con Islaflor, está dedicado a los abuelos de Luna Manzanares. El clip combina la nostalgia con un lirismo visual que se apoya con acierto en las flores y una casa antigua como locación principal. Otros elementos importantes lo constituyen el piano, un collar con dije en forma de abeja y la personificación de esta última, que, mediante efectos visuales, se convierte en un personaje protagónico dentro de la historia del video.
El clip sobresale por su calidad visual y complejidad en cuanto a la dirección de arte, especialidad que estuvo en manos de Yudith Domínguez y el propio Joseph Ros. En una ocasión le pregunté a él cuál era su sello creativo en cada audiovisual y luego de apuntar que “la marca creativa es algo inconsciente” me señaló “lograr un balance entre la visualidad y el concepto; tal vez en eso radica una de mis particularidades”. En “Silencio” trabaja dicha dualidad con resultados muy favorables y, a la vez, no pierde de vista esa relación entre la obra musical que va convertir en videoclip y las artistas que la interpretan.
“Silencio” es, en mi opinión, la evocación de un recuerdo, la representación de la memoria familiar, la ausencia vista desde el lado poético e íntimo sin cargarla de reproches o esa convicción de que la naturaleza escucha las penas humanas desde su silencio aparente.
