No hacen falta alas para hacer un sueño

No hace falta un poder extraordinario o sobrehumano para hacer el bien y construir lazos de bienestar y paz entre los hombres, entre el que puede aportar más al otro. Ese resulta el mensaje de este videoclip donde varios artistas de la cultura cubana unen sus voces para reavivar una canción de Silvio Rodríguez. “No hacen falta alas”, la versión original del tema, se compuso en 1984 como parte del disco “Causas y azares” estrenado en 1986 con el grupo Afrocuba como acompañante.

En esta ocasión, el realizador cubano Alejandro Pérez, vuelve a rescatar una de las canciones emblemáticas del repertorio longevo. El proyecto sociocultural comunitario Quisicuaba del municipio de Centro Habana representó un colaborador esencial, pues las imágenes fueron tomadas en el lugar. La edición del videoclip corrió a cargo de José Lemuell, la producción musical y flauta por Orlando Valle “Maraca”, i4Films también aportó al gran resultado, y el arreglo de las voces de los solistas, así como el coral, estuvo en las manos de Beatriz Corona.

¿En qué consiste el proyecto “Quisicuaba”?

El proyecto está enfocado en el desarrollo y bienestar de esta comunidad habanera desde 1992. Todo comenzó por la atención a adictos al alcohol o las drogas. En aquel entonces tenían un comedor abierto a personas sin hogar o familia.

Y lo que inició como una ayuda “modesta”, se ha convertido en una iniciativa de impacto social que beneficia diariamente a más de 500 personas, que abarca un número superior a los 20 proyectos comunitarios con una gran cantidad de sedes a lo largo del país.

El equipo de trabajadores está conformado por más de 70 voluntarios que contribuyen a la práctica de dinámicas con objetivos educativos y culturales, entre ellos especialistas en áreas como la psicología, sociología, psiquiatría y asesores legales.

Con sus puertas abiertas a todo el que lo necesite, el proyecto “Quisicuaba” mantiene alianzas con los ministerios de Educación, Salud, el Ministerio del Interior, de Cultura, y ofrece talleres dedicados al intercambio generacional, grupos de autoayuda, conversatorios, entre otras actividades que elevan la calidad de vida de quienes asisten a ellos.

El videoclip que no necesita alas…

La Habana desde una vista panorámica impresionante, con su arquitectura, sus colores, los defectos del tiempo, así comienza el clip, que posee una duración de más de 6 minutos, algo que quizás apunte en contra de su íntegra visualización, ya que el tiempo promedio de una canción está sobre los 3 minutos.

Las locaciones varían entre planos de las calles habaneras del cabildo Quisicuaba hasta el estudio de grabación donde se observan a artistas como Tony Ávila, Marta Campos, Israel Rojas, Annie Garcés, Zule Guerra, Kiki Corona, Eduardo Sosa, Augusto Blanca, Raúl Torres, Annalie López y Ariel Barreiro.

La maestra Digna Guerra dirigió el Coro Nacional de Cuba, cuyos integrantes fundieron sus voces para alcanzar el resultado final. Ella aparece en tomas donde reparte cantinas a los necesitados. Además, de manera especial, el saxofonista César López brindó su arte a la causa de este emotivo audiovisual.

Primeros planos y generales de las actividades en las cocinas que a diario brindan su servicio a la comunidad van recreando el video, unido a la interacción de los cantantes con las personas, su público, y los niños del lugar.

Sin dudas, el videoclip apela al calor humano que desprenden las buenas acciones. La alegría es el leitmotiv, tanto si se es capaz de regalarla como de recibirla. Alejandro Pérez ilustró con cada escena de colores y sonrisas lo que se puede hacer “sin alas”, lo que las buenas intenciones logran.

Alejandro logró humanizar a los músicos, bajarlos a la cotidianidad de un barrio, de un bicitaxi, del abrazo campechano y el baile, hacerlos más “normales” si se quiere decir así.

A la mente viene esos versos de una de las grandes figuras que Cuba recuerda, Teresita Fernández, cuando dijo que “a las cosas que son feas, ponles un poco de amor”. Imágenes del Capitolio de La Habana, una bandera cubana, cadenetas, globos, refrescan la vista de quien se detiene a ver el video.

La hibridación entre la letra de Silvio, las voces de generaciones experimentadas y otras que van haciendo camino, con las ideas de un realizador encaprichado en no dejar morir la esencia de un pueblo y sus raíces, su música, su gente, hacen de “No hacen falta alas” una postal de Cuba que todos quisiéramos ver.

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