Jose Rojas y el dúo Javy Boys y Otto en una Habana que los llamó

Un binomio de trabajo que crece a partir de nuevas propuestas musicales acompañadas de audiovisuales de excelente factura.

A comienzos de año, nuevamente Jose Rojas llegó a su casa de Lucas con el trabajo que asume como manager del dúo Javy Boy y Otto. “Amor de verdad” fue la propuesta inicial del ciclo 2023, y ahora a mediados de años propone “La Habana me llamó”, otro coqueteo con esa socorrida visualidad de la capital cubana de los cincuenta, solo que en esta oportunidad permeada de guiños con lo contemporáneo.

Lo primero que salta a la vista es esa cuidadosa fotografía de la cual Rojas hace gala en cada una de sus propuestas es ese ir al detalle de los movimientos, del hecho coreográfico que nunca falta, para crecimiento de la propuesta, y ese colocar a los protagonistas en un contexto en que no solo el canto se privilegia; también su inserción en el contexto epocal.

Un video que se apoya en la creación del entorno a través de un vestuario conformado únicamente por papel periódico, y una vez más el uso del negro y blanco como discurso enaltecedor de un ambiente que forma parte conceptualmente de una memoria histórica, aun cuando las escenas se corresponden a nuestros días. Es un logrado e interesante juego con el tiempo en el cual ambos confluyen a nivel gestual y el accionar tanto de los protagonistas como del cuerpo danzario.

El hecho de personalizar con el término “Habana” a la protagonista de la historia coloca en otra dimensión casi simbólica el juego amoroso que se explicita en la trama. El amor de una chica por dos jóvenes se extiende también hacia un amor más abarcador por esa ciudad que es escenario perfecto para el desarrollo de la historia. De ahí, el cuidadoso trabajo referencial de entornos emblemáticos de la urbe como el malecón, las calles habaneras, las casonas y el Capitolio, alejado del centro de atención pero siempre omnipresente como elemento identitario.

La actriz Flora Borrego -devenida en el personaje “Habana”- lidera, además de la secuencia narrativa, el rumbo coreográfico del video. Una vez más, Rachel González al frente del cuerpo de baile consigue que intérpretes y actores queden inmersos en el universo danzario. Plausible sincronización, hilaridad e histrionismo distinguen las secuencias coreográficas que acentúa los rasgos de la época.

Y dejamos para el final un elemento esencial que ya fue nombrado, pero merece atención especial: se trata del uso del vestuario complementado con el maquillaje y la caracterización a través de la peluquería.

Un video pensado por un creador que no deja de pensar ante todo como diseñador, y que esta vez encuentra en otra diseñadora una zona de excelencia dentro de la propuesta: el uso del papel periódico como vestuario. Comentaba Rachel González que había sido un arduo esfuerzo lograr terminar la filmación pues el calor rompía constantemente aquellos vestidos hechos con periódicos, no obstante, los aplausos para Hanet Castillo, diseñadora a cargo de esa fantasía que se aviene perfectamente con el entramado cinematográfico que consigue el video.

De esa manera Jose Rojas rompe con los códigos estructurales de una época y le concede un carácter fílmico –documental a una historia de totalmente ficcional, pero que, desde lo visual, marca elementos identitarios de una época que dista del ritmo musical que encara.

Cosas de creación que evade estereotipos para llegar a estos tiempos con la agudeza de saber beber de esa impronta histórica que nos trajo hasta aquí.

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