Ernesto Fundora: La realización audiovisual delimita la frontera entre realidad e irrealidad

Ernesto Fundora nació en Lawton, en una de las primeras casas del barrio que tenía un televisor en blanco y negro. Después tuvieron un proyector de ocho milímetros donde veían muchas películas silentes. La sala se convertía en un cine y así, poco a poco, este artista se fue adentrando en el mundo audiovisual.

Cerca de su casa, en el Mónaco, había muchos sitios que proyectaban filmes y también iba a los cines de Centro Habana y La Habana Vieja. “Mi familia se rodeó de un grupo de amigos, intelectuales y creadores que se relacionaban con el mundo de las artes. También, mi generación coincide con una de las grandes eclosiones de la industria cinematográfica, con las cámaras portátiles de cuerda que se expanden con vigorosidad en los años 60”.

Según Ernesto Fundora, no era difícil encontrar en esa época algunos rollitos y cámaras con los que se pudiera grabar, incluso los laboratorios ofertaban el servicio de revelado.

“Recuerdo que se grababan muchas cositas en distintos formatos y después vino una revolución más acelerada y catalítica, empiezan a surgir las primeras cámaras de video coreanas, chinas y japonesas. También agarró un rango doméstico y la gente pudo tener su camarita personal y grabar sus testimonios en distintos formatos de video. A mi generación le tocó esa revolución tecnológica donde lo que era privativo de una industria corporativa se convirtió en un medio de producción al que tenía acceso las personas”, cuenta el realizador en entrevista a Lucas.

También trabajó y oía mucha radio a la que considera como un preámbulo de la imagen audiovisual porque “desarrolló un universo visual, el heurístico imaginativo, como complemento del sonoro”. Igualmente, estudió música que se convirtió en un complemento visual.

Todas esas herramientas que pertenecían a lo analógico, al celuloide, a la cinta magnética, Ernesto Fundora las lleva ahora al formato audiovisual, al mundo digital, al del HD (High definition), el de las cámaras nuevas y de los píxeles. “Pero, esencialmente la narrativa es la misma y creo que, incluso, existe una genealogía entre todas las etapas. Lo que se ha ido haciendo en la actualidad es optimizar los recursos que habían surgido”.

Así inició en una profesión que, aunque empezó siendo un divertimiento, se convirtió en un oficio. “La realización audiovisual es la forma en que desarrollo mi lenguaje comunicativo y dialogo con la sociedad”.

Ernesto Fundora y la relación con el videoclip

“El proceso creativo de un videoclip depende de cada realizador. Aunque hay libritos y modelos de creación, no pretenden que la gente miméticamente reproduzca ese paradigma. Creo que cada quien aporta su oración, párrafo o capítulo a ese libro del método de creación de un género”, asegura el artista si preguntas por su manera de concebir un producto audiovisual.

En este sentido, dice que parte de la premisa de oír mucho la canción antes de estructurar el clip que la acompañará. “Escucharla en distintas circunstancias: tranquilidad, actividad, sosiego, en una fiesta. De ahí van brotando imágenes y las referencias, y luego las asocio con cosas de la vida”.

No obstante, el proceso creativo varía en dependencia de la canción, el mensaje, la música, … “A veces, durmiendo, me ha venido en un sueño una imagen, o estoy frente a la computadora y pienso en una instantánea que me sirve de referencia o inspiración. Otras, desde el primer instante en que oigo el tema me motiva, me excita y me planteo enrumbar o direccionar esa canción hacia un destino obsesivo con el que traigo la necesidad de comunicar algo. O hay un proyecto anterior que no se logró y tienes un guion escrito y lo readaptas a esta canción. En fin, modelos hay muchos”.

Ernesto Fundora está consciente de que hay distintos resortes motivadores de la creación o de la concepción de la imagen en movimiento a partir de la música. “Unos son eminentemente musicales que tienen que ver con el tono, la métrica, el ritmo, la armonía y la tonalidad de la canción. Si está en un registro menor, más melancólico, es otra tonalidad de color. Si es más festivo, de acordes mayores, te obliga a manejar una paleta de colores más vigorosa”.

Si indagas en sus diferencias como realizador, dice que, primeramente y a partir de cosas que le han ido diciendo los demás, es su estilo como individuo, su subjetividad, su forma, su prisma, su filtro y su catalejo con el que mira y analiza la realidad. “Algo que define mi trabajo es el color, por ejemplo, mi paleta es muy alegre, áurea, restituyente, de mucha calidez que se corresponde un poco con el universo solar de Cuba”.

El realizador explica que hay mucha humedad, eroticidad y una sustancia erógena todo el tiempo corriendo por todo lo que hace porque cree en el motor del apetito, del deseo, de la libido y de los principios de la lujuria en el acto de la creación; quizás por provenir de una cultura como la cubana, donde la sensualidad es un componente comunicativo y de interconexión humana esencial. “Hay gente que ha dicho que soy excesivamente erótico con todo lo que hago. Es probable porque para mí ese es el motor y principio de la vida”.

A Ernesto Fundora le gustan las historias de amor, de conflictos humanos, la alegría, la dinámica a través del baile, la moda, la arquitectura, las estructuras, los edificios, los decorados, las paredes, las texturas. Todo eso está incluido en su trabajo.

“Hay cosas que la hago con la mente; vídeos que los realizo con el corazón, con las emociones, con el instrumental cognitivo. Existen distintos procesos de creación, cosas que hago con las manos, otras con el cuerpo entero o incluso con la mirada. Algunas las veo a través de un orificio, que es el visor de la cámara, pero otras las observo a 360 grados”.

Por otro lado, asegura que como proviene de la literatura, es un defensor de la comunicación poética más que de la prosaica. “Mi obra es un ir y venir, una ambivalencia entre la narrativa abierta de la poesía y la narrativa cerrada de la prosa. Hay canciones que te piden ser muy obvio y descriptivo, hacerle caso a lo que dice la letra y regirte por eso. Mientras, hay otro tipo de videoclips, el que más disfruto, que es el autor y de arte más libre, donde lo que haces es matizar lo que te propone la música y la letra de la canción. Mi obra ha tenido que jugar con ambas posibilidades de relato”.

Un creador de imágenes—opina Fundora— sabe hasta dónde está traicionando, reinventando o complementando la realidad. “Nuestras profesiones, que trabajan con imágenes en movimiento, algo tan abstracto, virtual, metafísico, tienen ese misterio alquímico y esa curiosidad de sorprenderte y demostrarte constantemente lo ilusorio que es esa esa frontera entre realidad e irrealidad, entre fantasía y mundo concreto”.

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