El videoclip tejiendo historias de la cultura cubana

El mundo del videoclip cubano ha dado suficientes muestras de un crecimiento estético- conceptual que pondera lo cultural dentro de un sinfín de preceptos comerciales.

Con un amplio abanico temático Lucas ha sido reservorio de temas tan universales como el amor, el desamor, el olvido, las distancias— no solo físicas— como de otros más conceptuales; no por ello menos atractivos. En cualquier caso, todos dentro del quehacer cubano adquieren una dimensión del concepto identidad, tal vez más o menos consciente.

El uso de la variedad cromática, las dinámicas de movimiento, donde casi siempre la cámara suele comportarse como un personaje narrativo más y el creciente ritmo narrativo que acentúa la visualidad, son algunos rasgos distintivos del clip cubano, a partir de los cuales los realizadores hablan, desde lo cultural, de su casa mayor, sus esencias, de cómo se ve y hacia dónde se proyecta su andar.

En ese sentido, Lucas desde su primacía de haber visto desarrollarse el movimiento videasta cubano, ha ampliado las posibilidades de que los creadores construyan valores más allá de lo convencional. De ahí que se recuerde siempre aquellos “Sentimientos ajenos” de David Torrens, dirigido por Ernesto Fundora, para jugar con esa idea de ilusión- realidad; de esencias y apariencias, respaldado por un valor fotográfico y de edición que marcó un camino certero para posteriores realizaciones que no se conformaron con seguir únicamente el giro lingüístico para conformar su historia.

Y si hablamos de lo cultural desde casa, con importantes resortes hacia la mirada universal, no podría dejar de mencionarse a un Polito Ibáñez: uno de los cantautores que ha hecho prevalecer la palabra a la par de la realización de interesantes audiovisuales. Desde “Doble juego”, cuya propuesta televisiva contó con un videoclip liderado por Rudy Mora y el propio Orlando Cruzata, la mirada crítica ha movido a Ibáñez hacia nuevos espectros de recepción cultural, hasta unirse en dupla creativa a Freddy Loons, con el tema “Cada día”.

Una joya con una óptica totalmente plástica que ironiza, con acierto, sobre la vida y las convenciones sociales. A partir del fomento del absurdo logra una revisión del real valor de la existencia humana, a través de paralelismos y alternancias de colores.

De lo particular, se expande la creación de los realizadores hacia las más insospechadas zonas del conocimiento y el sentir, y con ello no falta la necesaria mirada a la historia musical de casa como núcleo de sus  búsquedas estéticas. Es el caso de Vitrola Cuban Mix, con los temas “María Caracoles”, “Hoy como ayer”, “La negra Tomasa”,  y el muy tarareado “Yiri, yiri, bon”;  propuestas realizadas por Alejandro Pérez  que, al colocar nuevos rostros que se suman al universo músico- visual cubano de estos días,  lo hace por el umbral de una excelente puerta de reconocimiento a lo más autóctono.

Por un sitio similar, el joven Amén Perugorría asumió recientemente el reto de revisitar la historia desde el audiovisual con “Manteca 2.0”, basado en el tema homónimo, todo un clásico de la música popular cubana. En tal caso, la cámara devela características sicológicas de los pobladores y las físicas del entorno. Todo ello entrelazado por un discurso paralelo que cuenta la vida de Chano Pozo.

Los nombres imprescindibles mantienen, por supuesto, su invaluable espacio; de ahí que en Lucas la cámara de Ángel Alderete, a disposición de la “Musicalísima” Beatriz Márquez, haya logrado que las historias escritas por el maestro Adolfo Guzmán ocupen un sitio muy especial en el imaginario de la nación.

Grandes realizaciones audiovisuales han homenajeado la cultura desde la historia Patria; unos como “El mambí”, bajo  la dirección de Roly  Peña; otros desde la poesía que significa vivir en esta isla inmensa como “Mi casa.cu”, de Tony Ávila, bajo la dirección de Alfredo Ureta; eso por una parte, por otra, la picaresca y el ingenio nativo no ha faltado tras la pericia de un José Rojas para crear una fiesta del amor totalmente inesperada, al estilo de Alain Pérez o ironizar en estos tiempos de redes y de comunicación, no siempre presencial, con un  tema como “La Habana me llamó”. Siempre en tales recuentos no olvidar a Joseph Ross que ha traído en dos momentos diferentes a una siempre aplaudida Omara Portuondo.

Son estos meros ejemplos del transitar del video clip cubano desde la cultura que le engendra y a la cual enaltecen. De la misma manera, el creador de esta historia artístico-comunicacional que es Lucas, al frente de su tropa, ha llevado la esencia de muchos de estos videos hasta la Sierra Maestra, el sitio histórico La Damajagua; ha llegado hasta Manzanillo, Bayamo, Santiago de Cuba, Holguín, Ciego de Ávila… sencillamente porque estos videos afirman una identidad mientras tejen historias de la cultura cubana.

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