Beatriz Márquez y Ángel Alderete regresan a Lucas tras la magia de Adolfo Guzmán

Apuntes sobre el más reciente videoclip de Beatriz Márquez, basado en la obra de Adolfo Guzmán.

Recientemente, fue presentado en el espacio Lucas el video clip No puedo ser feliz, un reencuentro entre Beatriz Márquez y Ángel Alderete, con la música de Adolfo Guzmán.

Un juego entre el blanco y negro llega de la mano de Alderete para mostrar el tercer audiovisual del fonograma Libre de pecado, que fuera Gran Premio Cubadisco en el año 2018. Esta relación cromática -especialmente distintiva en el modo de hacer de este maestro de la cámara- es el primer y gran acierto de esta propuesta audiovisual, por cuanto concede singular coqueteo entre pasado y presente, hecho que además sirve de anticipación a lo que acontecerá en la historia.

Dos personajes protagonizan una historia que termina en desamor y es justo la relación tempo-espacial lo que les descoloca; dejan de ser importantes hasta convertirse en nada, de ahí que un sitio vacío y el oleaje del mar que fotográficamente parece bañar el lugar que antes ocuparan, toma el real sentido de lo que fue y se perdió.

Una vez más, Beatriz Márquez regala a los más jóvenes, ese universo cancionístico poblado por imágenes que han distinguido el imaginario de varias generaciones; y del mismo modo Alderete se apropió de ellas para asumir un discurso visual donde prima la naturaleza. Ella se comporta como un personaje más dentro de la trama, que dialoga con los protagonistas: primero desde su posición de escenario donde se viven intensas emociones; y segundo, como una voz evocadora de estas.

El mar es el mayor recurso simbólico de la puesta que -por su valor de inmensidad- recrea en primer lugar la dimensión del amor de los protagonistas; y en un segundo y definitorio momento representa el gran dolor que significó la pérdida de la relación.

Frente a él, los personajes se confiesan amor eterno, y desde el énfasis en su aparición inmediata y constante es testigo del adiós.

La postproducción de este video favoreció el empleo de elementos como el nublado y el uso de los rayos, a modo de intensificación dramática. El nublado contribuye a acentuar la connotación de la pérdida amorosa, mientras la aparición de los rayos, justo en la línea melódica más compleja del texto, constituye el núcleo temático sonoro y el cambio de tono narrativo desde lo conceptual.

Un video donde aparentemente se cuenta de manera sencilla dos momentos de un amor, y donde el color solo se emplea alrededor de la intérprete como para otorgarle el rol de distanciada narradora de la historia, pareciese que fuesen los aciertos primeros de esta historia que en términos visuales crea en el espectador un conjunto de sensaciones, todas signadas por ese ser que ya no está.

Ese amor que a fuerza de faltar no deja ser feliz a sus partes, no obstante logra el efecto emocional contrario en quienes agradecemos el retorno de Beatriz Márquez y Ángel Alderete a la escena de Lucas, tras la magia de Adolfo Guzmán.

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