Por Jessica Travieso
Me refiero a «Hoy», de 0es3, y a «Vuelos» de Decuba. A priori, estos dos materiales entrañan un vínculo poco corriente dentro del cosmorama del videoclip cubano: sin ser piezas musicales de un mismo grupo, comparten una visualidad e historia semejantes, hasta el punto de que pueden ser entendidos como partes de un todo que los excede. Este elemento ya adelanta parte de su singularidad, pues, justamente, cada videoclip trata de emular con sus pares en pos de distinguirse entre las avalanchas de imágenes que consumimos en el año. En este caso, no. Estos dos trabajos comparten matices, comparten una sensibilidad en torno a las actuaciones, a las historias, a la visualidad, los colores, las sombras… Ambas piezas participan de un drama fragmentado que nos va dejando pistas acerca de conflictos existenciales que sufren los protagonistas. Lo valioso de estos trabajos, a nivel dramatúrgico, es que no hay una conclusión explícita de los conflictos; el espectador debe entonces, desde la infinitud de posibilidades interpretativas y creativas que posea, armar las historias y los vínculos entre ellas.
Con estas dos piezas, estamos frente a una nueva modalidad del videoclip. Ya el material audiovisual con poco más que la finalidad de promocionar una obra musical y a su(s) intérprete(s), da paso a un discurso más completo e integrador, de presupuestos armoniosos en que la imagen discursa a la par de la música, con aportes de hondura artístico-estética. Asiel Babastro forma parte de esos realizadores que no se atan a barreras preconcebidas de lo que «debe ser» una obra de estas características. Sí logra transmitir al público los rasgos únicos de otro artista; sí se involucra el mensaje que potencia la obra visual con el mensaje que conforma una pieza musical; sí contiene códigos propios del séptimo arte, es una creación, en ese sentido, independiente; mas lo que sucede cuando consumimos videoclips como «Hoy» y «Vuelos» es que se atiende a una obra cinematográfica más dentro del panorama cultural y mediático.
Estas obras deben ser valoradas como la expresión máxima de este género y, por tanto, joyas dentro de un quehacer considerado menor que se encuentra, a partir del ingenio de sus hacedores, trasformando lenguajes cinematográficos establecidos, que precisan de nuevos acercamientos y juicios interdisciplinarios si se pretende avanzar en estos terrenos.
Observar «Hoy» y «Vuelos» configura locuaces vislumbres de lo que puede llegar a ser un creador que es capaz de potenciar tanta figuración mediante la sucesión de imágenes que impactan desde lo turbio, lo grave, desde los matices de gris que acompañan seres al límite de dilemas existenciales. Amén de todo elogio a estas piezas, solo resta por esperar las próximas entregas de Asiel Babastro.